miércoles, 18 de marzo de 2015

INTRODUCCION

Aquí te presentamos una cronología de lo más destacado:
1910
  • Inicio de la Revolución a cargo de Francisco I. Madero para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz.
1911
  • Díaz dejó la presidencia y Madero fue nombrado presidente constitucional.
1913
  • Victoriano Huerta traicionó a Madero e inició la “Decena Trágica” (lucha que duró 10 días en la que Madero fue obligado a dejar su cargo y es asesinado).
1914
  • Huerta, “El Usurpador” de la Presidencia fue derrotado por el Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza.
1917
  • Se creó una nueva Constitución promovida por Carranza, quien se convicrtió en presidente en diciembre de ese año.
1919
  • Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur, quien luchó por la propiedad comunal de las tierras, fue asesinado por las tropas de Carranza.
1920
  • Álvaro Obregón fue nombrado presidente de México
1923
  • Francisco Villa, comandante de la División del Norte, quien peleó por la igualdad de clases, fue asesinado por órdenes de Plutarco Elías Calles.
1924
  • Inició la presidencia de Plutarco Elías Calles.
1928-1934
  • “El Maximato”, periodo en el que Calles tomó el control del gobierno sin ser Presidente.
Documentos importantes:
  • 1910 Plan de San Luis
  • 1911 Plan de Ayala
  • 1913 Plan de Guadalupe
  • 1915 Ley Agraria
  • 1917 Constitución Política
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Ante la convulsión que se vivía prácticamente en todo el país, Francisco I. Madero quiso mostrar liderazgo ante la nación y frente a los otros poderes de gobierno.
Principales personajes:
  • Profirió Díaz 1830-1915
  • Francisco I. Madero 1873-1913
  • José María Pino Suárez 1869-1913
  • Hermanos Flores Magón (Jesús Ricardo y Enrique)
  • Hermanos Serdán (Aquiles, Carmen y Máximo)
  • Pascual Orozco 1882-1915
  • Victoriano Huerta 1845-1916
  • Emiliano zapata 1879-1919
  • Venustiano Carranza 1859-1920
  • Francisco Villa 1878-1923
  • Álvaro Obregón 1880-1928
  • Plutarco Elías Calles 1877-1945

Muralismo

El Muralismo Mexicano es uno de los géneros artísticos más distintivos de América Latina. Tiene su origen en la Revolución mexicana de 1910, paralelamente al movimiento de transformación en México. Sin embargo, no es hasta 1921 cuando inicia formalmente el Movimiento Muralista Mexicano, año en que José Vasconcelos, uno de los principales intelectuales mexicanos, asumió funciones como Secretario de Educación Pública bajo el Gobierno del Presidente Álvaro Obregón, quien comisionó a distintos artistas a pintar una serie de murales en las paredes de la Secretaría Nacional y la Escuela Nacional Preparatoria. A partir de ese momento, la Escuela Muralista Mexicana comienza adquirir prestigio internacional no sólo por ser una corriente artística, sino por ser un movimiento social y político de resistencia e identidad, con imágenes a través de la diversidad de sus componentes estilísticos que retratan temas como la revolución, la lucha de las clases y al hombre indígena.Entre sus miembros, destacan David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Rufino Tamayo:
David Alfaro Siqueiros (1896–1974).-Originario de Chihuahua, con solidas convicciones políticas a favor del arte público y monumental. Sus pinturas murales exaltan la vida del pueblo con influencias surrealistas y expresionistas al servicio de un exaltado combate político que lo define. Entre ellas se destaca “La Marcha de la Humanidad” del Poliforum Cultural Siqueiros de la Ciudad de México, que representa una gran metáfora sobre las luchas del hombre y la mujer a través de la historia; la búsqueda de una mejor sociedad para todos.

José Clemente Orozco (1883–1949).-Célebre muralista originario de Jalisco con formación como pintor autodidacta. Comienza su carrera a través del dibujo y la caricatura de tema social. Desde 1922 participa en México con Siqueiros y Rivera en los comienzos del movimiento muralista. Se traslada a vivir a EU en 1927 donde pinta importantes murales en diversas instituciones. Regresa en 1934 para seguir su movimiento con murales sobre temas mexicanos, pero sin el fuerte componente político de Rivera y Siqueiros. Uno de los más representativos es Hombre de fuego”.

Diego Rivera (1886–1957).-Originario de Guanajuato, considerado una de las figuras claves de la plástica mexicana del siglo XX. De 1896 a 1902 estudió en la academia de San Carlos y trabajando en su taller tiene influencia de José Guadalupe Posada. Estudió pintura en Europa a partir de 1907 y regresó a México en 1921 para integrarse con un estilo de formas planas, simplificadas y decorativas en el movimiento muralista que narra la historia social y política de México. Entre sus murales importantes se encuentran los del Palacio de las Cortes de Cuernavaca, los de Bellas Artes en la Ciudad de México, en Detroit Institute of Arts o el del Rockefeller Center de Nueva York, que es destruido antes de que lo acabe por tener un retrato de Lenin.

Rufino Tamayo (1899 – 1991).-Originario de Oaxaca. Estudia en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Ciudad de México entre 1910 y 1919. Practica una temática alejada del sentido social y político de sus compañeros. Se interesa en trasmitir emociones a través del color y la forma, creando figuras de apariencia monumental sobre fondos de color opaco que ofrecen una especial profundidad. Algunos de sus murales más relevantes, son “Dualidad”, en el Museo Nacional de Antropología y “El nacimiento de la nacionalidad” en Bellas Artes.

Revolucion Mexicana


En 2010, México celebra los dos eventos más importantes de su historia: el Bicentenario del inicio de la Independencia el 15 de septiembre de 2010  y el Centenario del inicio de la Revolución Mexicana el 20 de noviembre de 1910, bajo el liderazgo de Francisco Madero, “Pancho Villa” (Doroteo Arango), Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, entre  los más emblemáticos. Este levantamiento dio inicio a una guerra civil por más de 10 años contra el latifundio y la prolongada dictadura de Porfirio Díaz –héroe de la Batalla de Puebla contra las tropas de Napoleón III e impulsor de un crecimiento económico que incrementará las desigualdades sociales durante más de 30 años-,  y a favor de los derechos sociales, que significó más un millón de mexicanos muertos en batalla.

En efecto, bajo el mando de Francisco I. Madero, en los diferentes puntos de la República se levantaron las armas al grito de “sufragio efectivo, no reelección”, exigiendo la dimisión del General Porfirio Díaz. Si bien, la nación demandaba, además de estos derechos civiles y políticos, los principios democráticos y sociales esenciales como: la igualdad, la justicia, la equidad y la libertad. La Revolución Mexicana sentó así las bases pra la construcción de una nación socialmente democrática.


El impacto de la Revolución: los derechos de los trabajadores
En 1906, antes del inicio del levantamiento armado, estalló una huelga en la Mina de Cananea, Sonora y, al año siguiente, otra en Rio Blanco, Veracruz. Entre las demandas básicas de estas luchas se encontraban: jornada laboral de ocho horas; establecimiento de salarios mínimos; indemnizaciones por accidentes laborales; otorgamiento de pensiones; descanso dominical obligatorio, y abolición de las “tiendas de raya” de las haciendas que mantenían permanentemente endeudados a los peones, entre otras. Ambos movimientos fueron precursores sustantivos de la Revolución Mexicana de 1910.

De igual forma, el origen histórico de la seguridad social mexicana se encuentra en los movimientos y luchas sociales que se sucedieron durante el porfiriato, así como durante la Revolución Mexicana.


El fruto de la Revolución Mexicana: la Constitución de 1917 y el artículo 123

La Revolución de 1910 dejó al descubierto una serie de anhelos y demandas populares que constituyeron sus principios fundamentales, y llegaron a establecerse en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, expedida por el Congreso Constituyente en 1917.

En particular, las propuestas económicas, sociales y políticas de los trabajadores se enunciaron en el artículo 123 que determina las condiciones del trabajo y de la previsión social, tales como:

  • Derechos en materia de estabilidad en el empleo; vacaciones; salario mínimo; aguinaldo, y las condiciones laborales en general.
  • Jornada máxima de ocho horas.
  • Prohibición a las mujeres y a los niños para participar en labores insalubres y peligrosas.
  • Establecimiento de un día de descanso por cada seis días de trabajo.
  • Otorgamiento a los trabajadores de seguridad social, escuela y enfermería
  • Responsabilidad de los empresarios en los accidentes de trabajo y en las enfermedades profesionales.
  • Reconocimiento como un derecho de los trabajadores las huelgas y los paros.
  • Creación de las Juntas de Conciliación y Arbitraje para resolver los conflictos entre patrones y trabajadores.
Contexto histórico: La Revolución en fechas

1910 – Tras 30 años de gobierno, Porfirio Díaz intenta reelegirse como presidente contra su rival Francisco I. Madero, un hacendado del Norte.

Noviembre de 1910 – Revueltas locales contra Porfirio Díaz, quien consigue vencerlas. Madero es encarcelado y pide el apoyo del estado de San Luis Potosí.

20 de noviembre de 1910 - bajo el mando de Francisco I. Madero, en los diferentes puntos de la República se levantaron exigiendo la dimisión del General Díaz.
27 de noviembre de 1910 – En el estado de Chihuahua, el revolucionario Pascual Orozco y “Pancho Villa” vencen a las tropas de Díaz.

Febrero 1911 – Madero se reúne con Villa y los revolucionarios del norte del país. En paralelo, en el estado de Morelos al sur del país, Emiliano Zapata se enfrenta a los propietarios de haciendas a favor de la reforma agraria.

Mayo de 1911 - Pancho Villa toma Ciudad Juárez. Fin del Porfiriato.

15 de junio de 1911 – Francisco I. Madero es elegido Presidente de México.

Noviembre de 1911 – Zapata rompe con Madero y lanza de nuevo la revolución bajo el lema “Tierra y Libertad”, a fin de consolidar la reforma agraria según el “Plan de Ayala”.

1913 – Madero es traicionado por su comandante de tropas, Victoriano Huerta, quien se alía con Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz apoyado por Estados Unidos. Huerta obliga a renunciar a Madero y organiza su asesinato en compañía del vicepresidente.

Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, se niega a reconocer la autoridad de Huerta e intenta vengar a Madero. Pancho Villa regresa de su refugio en Estados Unidos y se reincorpora a la lucha armada en el norte del país.

Junio 1914 – Tras el desembarco estadounidense en Veracruz, Huerta se ve obligado a huir. Después de la Convención de Aguascalientes, Eulalio Gutiérrez es nombrado Presidente Interino.

Diciembre 1914 - Zapata y Villa hacen un  pacto y regresan a México.

1915 – Eulalio Gutiérrez es remplazado por Carranza, quien promulga un decreto sobre la reforma agraria. A pesar de ello, la rebelión zapatista continúa.

1916 – Las agitaciones y revueltas son cada vez más fuertes. Carranza establece un régimen de represión social.

1917 – Carranza es nombrado Presidente y promulga los decretos de “derecho de los indígenas a la tierra” y “derecho al trabajo” en la “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” de 1917, laica y nacionalista.

1919 – Emiliano Zapata es asesinado.

1920 – El General Obregón lanza el “Plan de Agua Prieta” contra Carranza en el estado de Sonora, Carranza intenta huir, pero es asesinado. Álvaro Obregón se convierte Presidente de la República e intenta pacificar y reconciliar a la nación.

1923 – Pancho Villa es asesinado.

Termina el periodo armado de la Revolución.

Se Promulga la Constitucion que nos rige Actualmente


El 5 de febrero se conmemora el día que se promulgó la Constitución que actualmente rige al país, siendo ésta la máxima ley. El nombre oficial de nuestra constitución es el de Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; también es llamada Ley Fundamental o Carta Magna.
La primera constitución propiamente mexicana es la de 1824, ya que en ella se descarta todo tipo de legislación extranjera y se proclama el ejercicio absoluto de la soberanía. Pero antes de ésta existieron varias leyes entre las que se encuentran: la constitución española de Cádiz de 1812, los “sentimientos de la Nación”, de José María Morelos, y el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, o Constitución de Apatzingán, de 1814.
Tras el movimiento revolucionario encabezado por Juan Alvarez y que concluyó con la firma del Plan de Ayutla , en el que se desconocía el gobierno de Santa Anna , se convocó un Congreso Extraordinario, reunido en la ciudad de México en febrero de 1856. Un año después, el 5 de febrero de 1857, fue aprobada la nueva constitución por el congreso constituyente y el presidente Ignacio Comonfort, esta constitución señala el mantenimiento del federalismo, la abolición de la esclavitud, las libertades de trabajo, de propiedad, de expresión de ideas, de imprenta, de asociación, de petición y de comercio. Igualmente, se establece que son ciudadanos con derecho a voto todos los mexicanos varones que hayan cumplido 18 años si son casados y 21 si no lo son; pero esta no logró estabilizar al país. El propio Comonfort la desconoció unos meses después de su promulgación, al sumarse a la rebelión de Ignacio Zuloaga, dar un golpe de Estado y encarcelar a varios ciudadanos, entre ellos a Benito Juárez, entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia y a quien legalmente le correspondía la Presidencia en un caso como éste. La rebelión terminó en la llamada Guerra de Tres años o Guerra de Reforma, entre los conservadores que desconocían la constitución y los liberales que la defendían.
Después, los liberales, encabezados por Benito Juárez , triunfaron. En el curso mismo de la guerra, se emitieron una serie de ordenamientos conocidos como Leyes de Reforma, entre las que destacan las que establecen la separación entre la Iglesia y el Estado.
La Constitución de 1857 fue elemento fundamental en la defensa nacional ante la invasión francesa y el imperio de Maximiliano de Habsburgo . Tuvo vigencia plenamente tras la expulsión de los extranjeros y permaneció en vigor hasta 1917.
En 1910 se inicia el movimiento armado de la Revolución Mexicana , a causa de las condiciones sociales, económicas y políticas generadas por la permanencia de Porfirio Díaz en el poder por más de 30 años. Este movimiento es justamente el contexto en el que se promulga la Constitución que se rige en México hasta la fecha.
Venustiano Carranza, en su carácter de primer jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo, convocó en diciembre de 1916 al Congreso para presentar un proyecto de reformas a la Constitución de 1857. El documento sufrió grandes modificaciones y adiciones para ajustarse a la nueva realidad social del país.
Así, se promulgó el 5 de febrero de 1917 la Carta Magna vigente, en el Teatro de la República de la ciudad de Querétaro, que logró unir los ideales revolucionarios del pueblo mexicano. En ella se incluían principios de reformas sociales y derechos en favor de obreros y campesinos. Además, fue formulada para gobernar a todos los mexicanos sin distinción de raza, credo, condición social o política, ya que en ella se dictó la libertad de pensamiento y de creencia.
En ella se incorporaron ideas de todos los grupos revolucionarios y también reconoció los derechos sociales, como el de huelga y el de organización de los trabajadores, el derecho a la educación y el derecho de la nación a regular la propiedad privada de acuerdo con el interés de la comunidad.
El Artículo 3° declara que la educación primaria debe ser obligatoria y gratuita. Además, debe ser laica, ajena a toda doctrina religiosa, para garantizar la libertad de cultos.
El Artículo 27 de esta Constitución declara que las riquezas del suelo, el subsuelo, las aguas y mares de México son de la nación. Esta puede ceder a particulares el derecho de propiedad de la tierra y de la explotación del subsuelo. Y puede expropiarlas cuando lo considere necesario. Este artículo hizo posible controlar la actividad de las compañías mineras y petroleras, así como el reparto de la tierra de las grandes haciendas entre los campesinos.
El Artículo 123 protege a los trabajadores. Establece que la duración del trabajo diario no debe ser de más de ocho horas, en lugar de las doce a quince que se trabajaban antes, y que debe haber un día de descanso obligatorio a la semana. Prohíbe que las mujeres y los niños se ocupen de labores inadecuadas para su sexo y su edad. También reconoce que los trabajadores tienen derecho a formar sindicatos (asociaciones para defenderse) y a hacer huelgas (suspender las labores para presionar a los patrones cuando se presentan conflictos de trabajo).

La Constitución de 1917 es la que nos rige. Muchas veces ha sido reformada, para adaptarla a las circunstancias, que cambian con el tiempo, pero sus principios básicos siguen normando la vida de México.

Secretaria de Educacion Publica



9 DE JULIO DE 1922. SE INAUGURA EL EDIFICIO DE LA SECRETARIA DE EDUCACIÓN PÚBLICA

A partir de la demanda popular para tener educación y cumplir las metas encomendadas a la Secretaría de Educación Pública, el Lic. José Vasconcelos, su primer titular, manifestó la necesidad de contar con un edificio adecuado para dar acomodo a los trabajadores de sus tres departamentos iniciales: el Escolar, el de Bibliotecas y el de Bellas Artes, sede que además reflejara la obra "moral, vasta y compleja" de la institución.
El entonces presidente de la república, general Álvaro Obregón, accedió inmediatamente a la realización del proyecto.
El edificio de la Secretaría de Educación Pública se inauguró el 9 de julio de 1922. Su superficie 8 mil 500 m2 y tuvo un costo de 800 mil pesos.
Éste es un fragmento del discurso pronunciado por Vasconcelos en la inauguració: "En estos instantes solemnes en que la nación mexicana, en medio de su pobreza dedica un palacio a las labores de la educación del pueblo, hagamos votos por la prosperidad de un Ministerio que ya está sagrado por el esfuerzo creador y que tiene el deber de convertirse en fuente que mana, en polo que irradia. Y finalmente que la luz de estos claros muros sea como la aurora de un México nuevo, de un México espléndido."
Sin embargo, en su momento, don José observó que la construcción terminada no reflejaba la esencia más profunda de la cultura nacional. Se necesitaba plasmar la obra de la Secretaria de Educación Pública, en sus propios muros, de tal forma que se convirtieran en eternos difusores de los trabajos emprendidos por sus hombres.
Por invitación del Lic. Vasconcelos, Diego Rivera comenzó la decoración del edificio en el año de 1923 y la concluyó en 1928.
En estas obras de arte, Rivera reflejó las ideas de una época, la vida y las costumbres del pueblo mexicano; su historia representada en las figuras de hombres y mujeres ilustres.

Guerra Cristera


En 1924, Plutarco Elías Calles, siendo Presidente, complicó más las relaciones entre el gobierno y los católicos, pues pensaba que un católico no podía ser un buen ciudadano, ya que su primera lealtad era con Roma. Calles proponía un nacionalismo nuevo, en el cual los ciudadanos no deberían lealtad a nadie más que al propio Estado.

El 21 de febrero de 1925, Calles intentó crear una iglesia nacional con el apoyo de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana (ICAM), encabezada por el sacerdote renegado, Joaquín Pérez. Esto significó una división dentro del catolicismo, pues la ICAM proponía seguir la misma doctrina católica, pero sin relación alguna con el Papa, quedando como líder el mismo Pérez en calidad de patriarca. La iglesia nacional se apoderó del templo de la Soledad para poder establecerse, pero fallaron en el intento, pues la parroquia fue recuperada el día 23 por el pueblo, hecho que ocasionó que un gran número de católicos se movilizaran para defender las iglesias.

En marzo, varios grupos de católicos se juntaron para formar la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, dirigida por Manuel Palomar y Vizcarra. Ellos pretendían conseguir la libertad religiosa por medios constitucionales. Este grupo rápidamente se extendió en el país; sin embargo, se declaró ilegal, por lo que pasaron a la clandestinidad. También se formó un Comité Episcopal, a fin de tratar de llegar a un acuerdo con el gobierno.

El 4 de febrero de 1926, el periodista Ignacio Monroy, de el periódico El Universal, publicó las declaraciones hechas por el arzobispo de México, José Mora y del Río, en rechazo al anticlericalismo de la Constitución, lo que provocó la detención del arzobispo. Mientras tanto en Roma, el Papa aconsejaba a los católicos a que se abstuvieran de participar en la política.

Calles tomó esta publicación como una ofensa y un reto al gobierno, así que ordenó al Congreso reglamentar el artículo 130, mejor conocido como la Ley de Calles. En este artículo demandaba la clausura de escuelas religiosas y la expulsión de sacerdotes extranjeros. También se limitaba el número de sacerdotes a uno por cada seis mil habitantes, además de tener que registrarse ante las autoridades municipales, quienes otorgarían su respectiva licencia para ejercer. El artículo incluía también delitos relativos a la enseñanza, haciendo desaparecer la libertad de enseñanza y el derecho de educar a las personas en la fe.

Por su parte, los obispos consideraron que no existían garantías para ejercer su ministerio y emitieron un comunicado avalado por Roma, donde se anunciaba que se había decidido suspender los cultos desde el 1 de Agosto, día que entró en vigor la Ley de Calles. Pero el pueblo mexicano, que era muy católico, se congregó en las iglesias un día antes para celebrar muchos bautizos, matrimonios, etc.

Después se clausuraron numerosos templos, como capillas particulares, conventos y escuelas religiosas en todo el país. Como consecuencia, las casas se convirtieron en oratorios, y el Papa autorizó una liturgia breve para la misa, permitiendo a los sacerdotes celebrar en cualquier lugar y aún sin vestimenta.

El objetivo del gobierno no era cerrar las iglesias, sino únicamente que fueran inventariados y custodiados por las juntas de vecinos. Pero los obispos estuvieron en contra y ordenaron que cualquiera que participara para colaborar sería excomulgado.

Además, se presentó ante el Congreso una demanda de reforma constitucional firmada por dos millones de católicos, pero fue rechazada. Por lo que la Liga animó a las personas a no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos ofrecidos por el gobierno, no comprar lotería, no utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina, etc. Todo con el fin de presionar al gobierno a que quitara la Ley de Calles; pero lo único que se logró fue una gran repercusión en la vida económica del país.

Entre 1925 y 1926, el conflicto se intensificó, ya que en octubre, en Tabasco se prohibió el culto católico, y en Chiapas, Hidalgo, Jalisco y Colima se castigaba a quienes practicaran la religión. Mientras tanto, en el año de 1926, se creó el Banco Nacional de Crédito Agrícola, S.A., y nueve bancos regionales, con lo que inició la historia de los bancos de gobierno destinados a impulsar el crédito rural. El propósito fundamental era canalizar el crédito rural a sociedades cooperativas agrícolas y, posteriormente, a productores individuales.

Por su parte los católicos, al ver que por los medios pacíficos no se podía obtener la destitución de la Ley de Calles, en enero de 1927 empezó la toma de armas y las primeras guerrillas, compuestas por campesinos. Pero esto fue creciendo, y con el grito de ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!, fueron conocidos con el nombre de Los Cristeros.

Se multiplicaron los alzamientos: primero en Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, luego en casi todo el centro del país. La gente estaba tan decidida, que fueron a preguntarle al Comité Episcopal si era lícito la toma de armas en defensa de sus derechos, a lo que contestaron que sí, por cómo estaban las circunstancias. Y así fue como se extendió la lucha por todo el país, pero ninguno de los bandos llegó a tener la victoria, ya que se dice que las plazas tomadas por unos eran rescatadas por los otros.

Los principales generales del ejército federal en esta guerra fueron Eulogio Ortiz, Espiridión Rodríguez, Saturnino Cedillo (principal movilizador de los agraristas y cacique de San Luis Potosí), Lázaro Cárdenas, Miguel y Máximo Ávila Camacho y Genovevo de la O. A estos dos últimos correspondió la organización militar de Aguascalientes y sus alrededores.

Por parte de los Cristeros, sobresalieron hombres como Pedro Quintanar y Aurelio Acevedo, en el norte de Jalisco y sur poniente de Zacatecas; José Velasco en el municipio de Calvillo, en Aguascalientes; Carlos Diez de Sollano, en el Norte de Guanajuato; Luis Navarro Origel y Jesús Degollado Guízar, en Michoacán y sur de Jalisco, respectivamente, y Victoriano Ramírez en El Catorce, en Los Altos.

Más tarde, en 1928, hubo elecciones presidenciales resultando reelecto Álvaro Obregón quien se dice ya pensaba en llegar a un acuerdo para finalizar la guerra; sin embargo fue asesinado por José León Toral. Así, los arreglos para obtener la paz se perdieron durante un año, y se nombró presidente interino a Emilio Portes Gil.

Luego llegó a México el embajador estadounidense Morrow, que sirvió como intercesor entre el gobierno mexicano y la Iglesia para terminar el conflicto. El embajador se entrevistó con los desterrados monseñores Ruiz Flores y Pascual Díaz; nuevamente exponían la petición de la iglesia frente a la Constitución.

De esta forma, Portes Gil declaró que los cultos podrían reiniciarse en el momento en que los sacerdotes así lo dispusieran, siempre y cuando se sujetaran a la ley vigente, que en realidad siempre fue la postura del gobierno. Ruiz Flores no estaba de acuerdo con aquella negociación, pero ante la insistencia de Morrow, cedió. Así que éste tomó las posturas de las partes y redactó finalmente los términos en que se lograrían los arreglos, llamados modus vivendi, que eran: amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse, que se devolvieran las casas curales y episcopales y, que de alguna manera se garantizara la estabilidad de estas devoluciones.

Pero la Liga y los cristeros se indignaron porque no se les tomó en cuenta para la realización de dichos términos, por lo que los obispos fueron considerados traidores. De 50 mil combatientes, sólo 14 mil entregaron sus armas. Luego, firmaron los acuerdos que acababan con la guerra, todos, excepto los cristeros, a los que nunca les llegó, porque varios militares, a manera de venganza personal, mataron a muchos de los amnistiados y otros tantos cristeros fueron perseguidos y torturados.

Posteriormente, Pascual Díaz fue nombrado arzobispo de México, despertando el descontento de los cristeros y la Liga, ya que habían sido obligados a retirarse de su lucha. Por su parte, Díaz prohibió toda crítica o comentario sobre los arreglos y amenazó con la excomunión a quienes siguieran en armas.

Tiempo después, en la capital del país el presidente Portes Gil, en un banquete ofrecido por los masones, anunció su triunfo y el sometimiento de la Iglesia católica a la ley, sin que la Constitución sufriera alguna modificación.

Como consecuencia, surgieron varios levantamientos en el interior del país. A uno de ellos se le llamó La Segunda porque se pensaba que sería igual de fuerte que la primera guerra de cristeros, pero en esta ocasión el enemigo de esa movilización fue la misma Iglesia, a la que consideraron traidora. Sin embargo, no duraron mucho y fueron sofocados rápidamente.

Durante mucho tiempo la Iglesia y el Estado mantuvieron un profundo silencio con respecto al conflicto; algunas personas señalan que fue porque querían exculparse de su responsabilidad ante las muertes que causaron. En los años siguientes, los boletines parroquiales realizaron severas críticas respecto a la educación que impartía el Estado a través de las escuelas oficiales, al grado de que muchos curas amenazaron con excolmulgar a quienes mandaran a sus hijos a estudiar en escuelas del gobierno; mientras que a los padres de familias católicas se les amenazaba con la prisión si mandaban a sus hijos a escuelas parroquiales.

Fue hasta 1988 cuando el presidente Carlos Salinas reanudó las relaciones diplomáticas con el Vaticano, pretendiendo dejar atrás las diferencias. Además se realizó una reforma al artículo 130 de la Constitución, y se le otorgó personalidad jurídica a la Iglesia, lo que marcó el inicio de una nueva etapa en las relaciones Iglesia-Estado.